Desde hace años, el pilar clásico del tratamiento del cáncer de mama ha sido la quimioterapia, la radioterapia, la hormonoterapia y los anticuerpos monoclonales. Pero, recientemente, la inmunoterapia ha revolucionado el tratamiento del cáncer.
¿Qué es y cómo funciona la inmunoterapia?
La inmunoterapia es un tipo de terapia biológica que actúa estimulando nuestro sistema inmune, activando las “defensas naturales” de nuestro organismo para que detengan el crecimiento de las células tumorales y las eliminen. Actualmente, hay dos tipos de fármacos aprobados en cáncer de mama, el atezolizumab y el pembrolizumab. Ambos son de administración intravenosa y mejoran el pronóstico de las pacientes con cáncer de mama con metástasis y subtipo triple negativo (de momento, la inmunoterapia solo está aprobada en cáncer de mama triple negativo). Sin embargo, muchos ensayos clínicos en marcha están testando el uso de estos fármacos tanto en pacientes con cáncer de mama precoz como en estadios avanzados.
Requisitos para iniciar un tratamiento de inmunoterapia
Para empezar un tratamiento de inmunoterapia es necesario:
- Realizar una exploración física.
- Analítica de sangre completa que incluye hormonas tiroideas, estudio de serologías de la hepatitis, estudio VIH (virus inmunodeficiencia humana), troponinas, creatina quinasa, cortisol basal, amilasa, lipasa, etc.
- Electrocardiograma para descartar alteraciones cardiológicas y poder monitorizar posibles complicaciones durante el tratamiento con la inmunoterapia.
- Radiografía de tórax para saber cómo están los pulmones y poder monitorizar posibles complicaciones durante el tratamiento con la inmunoterapia.
En general, la mayoría de las pacientes se podrán tratar con inmunoterapia, aunque hay algunas condiciones médicas que pueden limitar el tratamiento pero que no son una contraindicación absoluta: enfermedades autoinmunes, infección crónica viral (como la hepatitis o SIDA) y el uso de inmunosupresores crónicos.
El factor más limitativo es haber recibido un trasplante de órgano sólido ya que conlleva el uso crónico de inmunosupresores que realizan el efecto totalmente contrario al que pretendemos conseguir con la inmunoterapia. En estos casos se valora de forma individual según riesgo-beneficio el tratamiento con IO, teniendo en cuenta que se puede producir un rechazo del órgano trasplantado.
Efectos secundarios de la inmunoterapia
Los efectos secundarios de la inmunoterapia son diferentes a los de la hormonoterapia y la quimioterapia y suelen aparecer en cualquier momento desde el inicio del tratamiento e incluso, una vez finalizado (la mayoría entre la semana 4 y 12).
Al activarse el sistema inmunológico contra el tumor, las defensas pueden confundirse y atacar también a tejidos y órganos sanos. De esta manera, pueden aparecer efectos adversos indeseados (iRAEs – immune related adverse events) que en algunas ocasiones conllevan la inflamación de estos órganos y tejidos sanos.
Los oncólogos clasifican los diferentes efectos secundarios en 5 grados según su gravedad; siendo el grado 1 el más leve y el grado 5 el más grave.
¿Cuáles son estos efectos secundarios?
- Cansancio: puede manifestarse en muchos grados. Es uno de los efectos más frecuentes de la inmunoterapia.
- Alteraciones en la piel. Su manifestación clínica puede ser muy diversa: eritema, sequedad, prurito, cambios de color. Durante las visitas médicas se realizan exploraciones cutáneas para monitorizar estos efectos secundarios. Es importante la hidratación diaria de la piel, el uso de cremas solares y jabones libres de alcohol para mejorar el cuidado de la piel y minimizar el riesgo de estos efectos secundarios. Habitualmente, las toxicidades cutáneas suelen ser leves y mejoran con tratamientos tópicos (cremas con corticoides), antihistamínicos orales (si aparece prurito). Los casos más graves de inflamación cutánea se tratan con corticoides orales.
- Toxicidad digestiva
- Colitis: inflamación del colon. Suelen padecerlo entre un 8 y un 27% de las pacientes. Produce diarreas, náuseas, dolor abdominal, cambio en las deposiciones habituales. Es fácilmente controlable.
- Hepatitis: inflamación del hígado. La mayoría de las pacientes no tienen ningún síntoma. Se detecta en el análisis de sangre por una alteración en los parámetros de función hepática (elevación de bilirrubina, transaminasas, fosfatasa alcalina, etc.).
- Gastritis: inflamación del estómago. Puede producir náuseas, dolor abdominal y sensación de reflujo.
- Pancreatitis: inflamación del páncreas. Es muy poco común. En los casos que se inflama, los parámetros alterados son la amilasa y la lipasa.
- Toxicidad endocrinológica
- Alteraciones de la tiroides: son las más frecuentes y casi siempre son asintomáticas. Se detecta por alteraciones en los parámetros TSH, T3 y T4. Lo más habitual es un déficit de hormonas tiroideas, que se trata añadiendo suplementos de hormona tiroidea oral.
- Hipofisitis: La hipófisis es un órgano que se encuentra en la base del cráneo y ayuda a regular el sistema hormonal de forma global. Padecer hipofisitis es menos común.
- Insuficiencia suprarrenal: se inflaman las glándulas suprarrenales. Esto se traduce en un déficit de cortisol, la hormona que nos ayuda a responder ante casos de estrés.
- Diabetes mellitus: es un efecto poco frecuente.
- Toxicidad neumológica: Es poco frecuente, pero puede ser grave. Hay que estar atento a la aparición de tos, a la sensación de falta de aire y fiebre.
- Otras toxicidades
- Miositis-artritis: inflamaciones articulares.
- Nefritis: inflamación del riñón. No hay síntomas. En los casos que se inflama, los parámetros alterados son la urea, la creatinina y el filtrado glomerular.
- Miocarditis: las defensas naturales de nuestro organismo se activan y atacan al corazón. Es poco frecuente, pero es grave.
- Encefalitis: las defensas de nuestro organismo se activan y atacan al cerebro. Es poco frecuente, pero es grave.
Cuando se empieza un tratamiento de inmunoterapia, se hace una consulta mensualmente. Se lleva a cabo una exploración física y una analítica completa para controlar que los diferentes efectos secundarios no se desarrollen. Habitualmente, los efectos secundarios más frecuentes son la afectación cutánea (erupción y prurito), diarreas por inflamación del colon, hipotiroidismo y ocasionalmente hepatitis, diabetes o neumonitis.
¿Cómo se tratan los efectos secundarios de las inflamaciones?
El tratamiento fundamental cuando aparecen estos efectos son los corticoides, tópicos, orales o endovenosos, ya que desinflaman los órganos y los tejidos. En caso de refractariedad a los corticoides, se valora el tratamiento con fármacos biológicos, intentando desactivar las defensas. Además, en cada ocasión y dependiendo de diferentes factores, se valora suspender el tratamiento de la inmunoterapia.
Referencias
- Ponencia impartida por la Dra. Maria Borrell (Vall d'Hebron Instituto de Oncología) en el Taller de Formación para Pacientes con cáncer de mama del 10 de mayo de 2022. Efectos secundarios de la inmunoterapia.